LAS BIENAVENTURANZAS: TRES OBSERVACIONES

LEAMOS OTRA VEZ CON LENTITUD ESTAS INMORTALES PALABRAS:

Viendo la multitud, subió al monte, y sentándose, vinieron a Él sus discípulos.

Y abriendo Su boca les enseñaba, diciendo:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la Tierra por heredad.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

Gozaos y alegraos , porque vuestro galardón es grande en los cielos: porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros (Mateo 5:1-12).

Permítame Usted hacer tres observaciones generales:

  1. Estos son ocho rasgos característicos que identifican al verdadero siervo. Cuando todos los ocho se mezclan conjuntamente en una vida, se produce el equilibrio. Es útil comprender que ésta no es una lista de elección múltiple, de la cual podemos escoger los rasgos favoritos. Nuestro Salvador afirmó muy claramente cuáles son las cualidades que conducen a un estilo de vida diferente que le agrade a Él. Por lo tanto, es esencial un examen detenido de cada una de ellas.
  2. Estos rasgos abren la puerta de la felicidad interna. Estas son las actitudes fundamentales que, cuando se persiguen y se experimentan, producen gran satisfacción. Jesús ofrece satisfacción aquí, como ninguna otra cosa en la Tierra. Veamos cómo comienza cada una de las bienaventuranzas: «Bienaventurados…», o: «Bienaventurados sois…». Esta fue la única ocasión en que nuestro Señor repitió el mismo término ocho veces consecutivamente. J.B. Philips, en su traducción, recoge la idea correctamente al traducirla: «Cuán felices…», y «Felices…». Los que entran en estas bienaventuranzas hallan felicidad perdurable.
  3. A cada rasgo característico está unida una correspondiente promesa. Notó Usted esto? «Bienaventurados sois… (el rasgo), porque…». (la promesa). Cristo tiene un beneficio particular para cada rasgo en particular. ¡Y qué grandes promesas son! No es nada extraño que cuando El terminó el sermón, leemos que ocurrió lo siguiente:

Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de Su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas (Mateo 7:28, 29).

Nunca antes habían oído Sus oyentes tan maravillosas verdades presentadas de una manera tan interesante y significativa. Ellos deseaban que esas promesas se encarnaran en sus vidas. Nosotros también.

Charles R. Swindoll

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