ANALISIS DE CUATRO BIENAVENTURANZAS.

Salmos 119:105 = Lámpara es a mis pies tu palabra,
y luz para mi camino.


La Biblia de las Américas

Lo dicho es suficiente como reconocimiento general. Ahora, seamos específicos. En vez de pasar apresuradamente por todas las ocho bienaventuranzas de manera superficial, estudiemos con cuidado las primeras cuatro cualidades. Las otras cuatro las estudiaremos en el otro capítulo. Podemos entender tanto la sombra sutil como el rico color del retrato que pintó Jesús, para que todos lo apreciemos y nos los apliquemos, si dedicamos tiempo para pensar detenidamente en cada una de las características del siervo.

«Los pobres en espíritu»

A primera vista , esto parece referirse a los que tienen poco dinero o no tienen nada, a personas pobres que, en cuanto a seguridad económica están en cero. ¡Equivocación! Notará usted que el Señor habla acerca de «los pobres en espíritu» (las cursivas son mías). William Barclay, quien es una autoridad en la materia, aclara el significado:

En hebreo, estas palabras pasaron por cuatro etapas en el desarrollo de su significado. (1) Comenzaron significando simplemente pobres. (2) Pasaron a significar: a causa de ser pobres, no tienen influencia, ni poder, ni ayuda, ni prestigio. (3) Luego llegaron a significar: por cuanto no tienen ningunos recursos terrenales, pone toda su confianza en Dios.

Esta es una actitud de absoluta y sencilla humildad, ¡Qué manera tan excelente de comenzar el retrato del siervo! Es el retrato de uno que se ve a sí mismo como un individuo que está en bancarrota espiritual, que no merece nada… que se vuelve hacia el Dios Todopoderoso con confianza total. Augustus M. logró un vislumbre de esta actitud cuando escribió las siguientes palabras que llegaron a ser parte de los cantos de la Iglesia de Cristo:

En mis manos nada tengo, yo sólo a tu cruz me aferro. Mi desnudez es desgracia, pero acudo a ti por gracia. Limpieza en tu fuente espero, ¡lávame, Señor, o muero!

Este espíritu de humildad es muy raro en nuestro día en que las actitudes son fuertes y orgullosas como un pavo real. El puño cerrado ha sustituido a la cabeza inclinada. Los bocones y los de mirada arrogante dominan ahora el escenario que una vez estaba ocupado por la piedad de los «pobres en espíritu». ¡Qué farisaicos! nos hemos vuelto! ¡Como confiamos en nosotros mismos! Y con esa actitud, ¡cómo somos desesperadamente desdichados! Cristo Jesús ofrece una felicidad genuina y duradera a aquellos cuyos corazones estén dispuestos a declarar:

Oh Señor, 
soy un esqueleto lleno de polvo, 
pero animado por un alma racional invisible
y renovado por el poder invisible de Tu Gracia. 
Sin embargo, no soy objeto raro de precio inestimable, 
sino algo que no tienen nada, ni es nada, 
aunque escogido por ti desde la eternidad, 
entregado a Cristo y Renacido. 
Estoy profundamente convencido del mal
y de la desdicha del estado pecaminoso, 
de la vanidad de las criaturas,
pero también estoy convencido de la suficiencia de Cristo. 
Cuando tú quisieras guiarme, yo me dirijo. 
Cuando tu quisieras ser mi soberano, yo me gobierno.
Cuando tu quisieras cuidarme, yo me gasto a mi mismo. 
Cuando debo depender de tu provisión, yo mismo me abastezco. 
Cuando debo someterme a tu providencia, sigo mi voluntad. 
Cuando debiera estudiar, amarte, honrarte y confiar en ti, 
me sirvo a mi mismo. 
Yo censuro y corrijo tus leyes para que se adapten a mi. 
en vez de mirarte a ti, busco la aprobación del hombre, 
y por naturaleza soy idólatra. 
Señor , mi principal propósito es que mi corazón 
vuelva a ti. 
Convénceme de que no puedo ser mi propio dios, 
ni labrar mi propia felicidad,
ni puedo ser mi propio Cristo para restaurarme el gozo, 
ni puedo ser mi propio Espíritu, que me enseñe, 
me guíe, me gobierne. 
Ayúdame a comprender que la Gracia hace todo esto
mediante la providencial aflicción
porque cuando mi crédito es el de dios, 
tú me abates, 
cuando las riquezas son mi ídolo, 
tú me las quitas
cuando el placer es mi todo, 
tú lo conviertes en amargura. 
Quítame la mirada errante, el oído curioso, 
el apetito avaro, el corazón carnal. 
Muéstrame que ninguna de estas cosas
puede sanar la conciencia herida, 
ni sostener una estructura bamboleante, 
ni tener un espíritu que parte. 
Entonces dame convicción de tu sacrificio en la cruz 
y permite a tu siervos recibir las promesas de Tu Reino Celestial 
mediante la fe y la Gracia, (Efesios 2:8-9)no por nuestras obras, por tu amor
y tu misericordia infinitas. 
(1 Timoteo 1:17 =  Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, 
único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos.)  
Amén. Cuota Biblica 1 Timoteo 1:17 con un paisaje 


Imagen de la cruz de Cristo con la cuota Biblica de Efesios 8:9 explicando que la Salvación es por fe y por Gracia, regalo de Dios. Amén. 


Hay una promesa especial que está unida al rasgo del desamparo espiritual: "...porque de ellos es el reino de los cielos". Eso lo dijo Jesús. La condición indispensable para recibir una parte en el reino de los cielos es el reconocimiento de nuestra pobreza espiritual. La persona que tiene un corazón de siervo-que no es distinta del niño que confía completamente en la provisión de sus padres-, se le promete un lugar en el reino de Cristo. La actitud opuesta se manifiesta claramente en la congregación de Laodicea, que fue severamente reprendida por Cristo. Eran tan orgullosos que estaban ciegos con respecto a su propio egoísmo. 

Yo conozco tus obras , que ni eres frio ni caliente. ¡Ojalá fuésemos frio o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frio ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad, y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo (Apocalipsis 3:15-17).

Es muy probable que no hubiera ni un solo siervo en toda la congregación de Laodicea.

En la vida de un siervo auténtico, lo primero y más importante es una profunda y permanente dependencia del Señor viviente. El reino de Dios se les promete a los que tienen tal actitud.

«Los que lloran»

Cuando Mateo registró la enseñanza de Cristo, escogió el término griego más fuerte de todo su vocabulario, cuando escribió la palabra «lloran». Es una palabra fuerte: un lamento apasionado por uno que fue amado con profunda devoción. Da a entender la tristeza de un corazón afligido, el dolor del alma, la angustia de la mente. Pudieran incluir varias escenas:

  • Llorar por el mal que hay en el mundo.
  • Llorar por una pérdida personal.
  • Llorar por la propia maldad y pecaminosidad de uno.
  • Llorar por la muerte de algún ser querido.

Es interesante que este término particular incluye un significado de compasión, una sincera preocupación por otros. Tal vez pudiéramos elaborar una paráfrasis satisfactoria. La siguiente: «¡Qué felices son aquellos que se preocupan intensamente por las heridas, las tristezas y las pérdidas de los demás…!» En el corazón de este rasgo del carácter está la compasión, otra actitud de siervo que tanto se necesita en el día de hoy.

Hace varios años, uno de los hombres de nuestra iglesia se cayó mientras tomaba la ducha por la mañana. El piso estaba liso y resbaló. Fue a dar con todo su peso sobre una lámina de vidrio. El vidrio roto le hizo una profunda herida en el brazo y alrededor del bíceps. La sangre se esparció por todo el baño. Pronto se vio la luz intermitente, sonaron las sirenas de la ambulancia que acudió con personal auxiliar de enfermería, y el altavoz hacia un ruido estridente dentro del coche. El hombre fue colocado en una camilla mientras la familia llegaba apresuradamente en una carrera contra reloj, para trasladarlo al puesto de emergencia más cercano. Estamos agradecidos de que se le salvó la vida, y finalmente él se recuperó.

Cuando hablé con la esposa de él acerca de esta experiencia severa, ella me dijo que ni un solo vecino había mirado siquiera desde la puerta de su casa. ni mucho menos se había detenido a ver si ellos necesitaban alguna ayuda. Ni uno… ni en ese momento, ni después. No manifestaron compasión. Carecían de la «preocupación mutua». ¡Cuán diferente es nuestro Salvador! Se nos dice:

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado (Hebreos 4:15).

Los verdaderos siervos son como su Señor: compasivos. ¡Y cuál es la promesa para «los que lloran»? El Salvador promete: «…recibirán consolación». Ellos podrán reclamar consolación. Me parece significativo el hecho de que no se menciona la fuente ni el cauce de esta consolación. Simplemente, vendrá. Tal vez de la misma persona a la cual el siervo cuidó cuando hubo la necesidad. Hay algo que es axiomático: No puede haber una pequeña consolación donde no ha habido aflicción.

Hasta ahora hemos hallado dos actitudes en los verdaderos siervos: una dependencia suma y una fuerte compasión. Hay más, mucho más.

«Los mansos».

El tercer rasgo característico que Jesús incluye en su retrato de un siervo es la mansedumbre. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» (versículo 5).

De inmediato podemos recibir una falsa impresión. Pudiéramos pensar: «Bienaventurados los débiles, porque ellos llegarán a ser felpudos». A causa de nuestro individualismo rudo y áspero, pensamos que la mansedumbre es debilidad, ser suaves y virtualmente débiles de carácter. ¡No es así! El término griego es sumamente colorido, y nos ayuda a entender correctamente porqué el Señor ve la necesidad de que los siervos sean mansos.

Tal término se usa de diversas maneras en la literatura no bíblica.

  • A un caballo salvaje que ha sido domado, sometido a control, se lo califica de «manso».
  • De las palabras cuidadosamente escogidas que suavizan las emociones fuertes se dice que son palabras «mansas» o «suaves».
  • Al ungüento que quita la fiebre y saca el aguijón de una herida se lo llama «manso» o «suave».
  • En una de las obras de Platón, un niño le pide al médico que sea tierno al tratarlo. El niño usa el adjetivo «manso.
  • De las personas que son corteses, que tienen tacto y que tratan a las demás con dignidad y respeto, se dice que son personas «mansas» o «suaves».

Así que , entonces, la mansedumbre incluye cualidades tan envidiables como controlar la fuerza, ser uno calmado y pacifico cuando está rodeado de una atmósfera acalorada. producir un efecto suavizante sobre aquellos que pueden estar airados o fuera de sí, y poseer tacto y una bondadosa cortesía que haga que otros retengan su propia estima y dignidad. Claramente, incluye una semejanza a Cristo, puesto que la misma palabra se usa para indicar el propio carácter de Él.

Venid a mí todos los que estáis trabajados o cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas (mateo 11:28, 29).

Y qué significa la promesa»…porque ellos recibirán la tierra por heredad»? Puede entenderse en una de dos maneras: ahora o posteriormente. Puede significar: «ellos finalmente saldrán victoriosos en esta vida». O:»se les darán amplios territorios en el reino para que juzguen y gobiernen». En vez de perder, los mansos ganan. En vez de que la gente se abuse de ellos, y de que les saquen ventaja, ¡saldrán adelante! David menciona esto en uno de sus más grandes salmos:

Guarda silencio ante El Señor, y espera en Ël.  No te alteres con motivo del que prospera en su camino,  Por el hombre que hace maldades.  Deja la ira, y desecha el enojo,  No te excites en manera alguna a hacer lo malo.  Porque los malignos serán destruidos.  Pero los que esperan en el Señor, ellos heredarán la tierra.  Pues de aquí a poco no existirá el malo,  Observarás su lugar, y no estará allí.  Pero los mansos heredarán la tierra.  Y se recrearán con abundancia de paz (Salmo 37:7-11) .  

¡Ve usted el contraste?

Según la apariencia externa parece que el perverso saliera victorioso. Ellos prosperan en su camino, en sus planes de trabajo, en sus engaños y mentiras, en su trato injusto hacia otros parece darles dividendos. Simplemente parece que cada día se hacen más y más ricos y poderosos. Tal como una vez lo expresó James Russell Lowell: (La verdad para siempre en el caldaso, la maldad para siempre en el trono).

Pero Dios dice que eso no será así «para siempre». La victoria final no la ganarán los perversos. «Los mansos» la ganarán. Usted que es un siervo en formación, ¡crea eso! ¡sea diferente del sistema! Permanezca en el caldazo… confíe que su Padre celestial cumplirá la promesa con respecto a la herencia que le corresponde a usted. Usted será el bienaventurado.

Antes de terminar este capítulo, quiero considerar otro rasgo característico del siervo: el cuarto de los ocho.

Pero los mansos heredarán la tierra y se deleitarán por la abundancia de paz (Sal 37:11).

«los que tienen hambre y sed de justicia»

El verdadero siervo posee un hambre insaciable de lo justo, una inclinación apasionada hacia la justicia. En sentido espiritual el siervo está empeñado en una búsqueda de Dios…un ardiente, infatigable y anhelante deseo de andar con Él, de complacerlo.

Bernard de Clairveaux expresó esto en el siglo XI, en su himno Jesús, tú eres el gozo de los corazones amantes de la siguiente manera:

Oh, Pan viviente, de ti dependemos, Y anhelamos festejar continuamente en Ti, bebemos de Ti, divina Fuente de Ti nuestras almas se quieren henchir.

De la pluma de Bernard fluía esa hambre insaciable de Dios. Pero también hay un lado práctico en esta cuarta bienaventuranza. No solo incluye el mirar hacia arriba, perseguir verticalmente la santidad, sino también mirar alrededor y afligirse uno por la corrupción, las iniquidades, la vulgar falta de integridad, las componendas morales que abundan. El siervo «tiene hambre y sed de justicia. Algunos los llamarían idealistas o soñadores.

Mateo 6:33 = Pero buscad[a] primero su[b] reino[c] y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas[d].


La Biblia de las Américas



Charles R. Swindoll

LAS BIENAVENTURANZAS: TRES OBSERVACIONES

LEAMOS OTRA VEZ CON LENTITUD ESTAS INMORTALES PALABRAS:

Viendo la multitud, subió al monte, y sentándose, vinieron a Él sus discípulos.

Y abriendo Su boca les enseñaba, diciendo:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la Tierra por heredad.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

Gozaos y alegraos , porque vuestro galardón es grande en los cielos: porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros (Mateo 5:1-12).

Permítame Usted hacer tres observaciones generales:

  1. Estos son ocho rasgos característicos que identifican al verdadero siervo. Cuando todos los ocho se mezclan conjuntamente en una vida, se produce el equilibrio. Es útil comprender que ésta no es una lista de elección múltiple, de la cual podemos escoger los rasgos favoritos. Nuestro Salvador afirmó muy claramente cuáles son las cualidades que conducen a un estilo de vida diferente que le agrade a Él. Por lo tanto, es esencial un examen detenido de cada una de ellas.
  2. Estos rasgos abren la puerta de la felicidad interna. Estas son las actitudes fundamentales que, cuando se persiguen y se experimentan, producen gran satisfacción. Jesús ofrece satisfacción aquí, como ninguna otra cosa en la Tierra. Veamos cómo comienza cada una de las bienaventuranzas: «Bienaventurados…», o: «Bienaventurados sois…». Esta fue la única ocasión en que nuestro Señor repitió el mismo término ocho veces consecutivamente. J.B. Philips, en su traducción, recoge la idea correctamente al traducirla: «Cuán felices…», y «Felices…». Los que entran en estas bienaventuranzas hallan felicidad perdurable.
  3. A cada rasgo característico está unida una correspondiente promesa. Notó Usted esto? «Bienaventurados sois… (el rasgo), porque…». (la promesa). Cristo tiene un beneficio particular para cada rasgo en particular. ¡Y qué grandes promesas son! No es nada extraño que cuando El terminó el sermón, leemos que ocurrió lo siguiente:

Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de Su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas (Mateo 7:28, 29).

Nunca antes habían oído Sus oyentes tan maravillosas verdades presentadas de una manera tan interesante y significativa. Ellos deseaban que esas promesas se encarnaran en sus vidas. Nosotros también.

Charles R. Swindoll

El MANDAMIENTO DE JESÚS (JESHUA HAMASHIAJ) «SED DIFERENTES»

Cuando Jesús estuvo en la tierra, atrajo a muchas personas hacia sí mismo. En una ocasión, se sentó entre ellas y les enseñó algunas verdades fundamentales sobre cómo quería que crecieran. El relato Bíblico de Su «Sermón del Monte» se halla en Mateo, capítulos 5, 6 y 7. Si se nos pidiera que sugiriéramos un tema general para este gran sermón, tal tema sería: «Sed diferentes!» Vez tras vez, declara cómo eran las cosas entre los tipos religiosos de su día, y luego instruye a sus oyentes para que sean diferentes. Por ejemplo:

  • Mateo 5:21,22: «Oísteis…Pero yo os digo…».
  • Mateo 5:27, 28: «Oísteis que fue dicho… Pero yo os digo…»
  • Mateo 5:33, 34: «Además habéis oído… Pero yo os digo…».
  • Mateo 5:38, 39: «Oísteis… Pero yo os digo…».
  • Mateo 5:43, 44: «Oísteis que fue dicho…Pero yo os digo…».

En Mateo 6, Jesús explica , además, cómo deben ser diferentes al dar a los necesitados (6:2), al orar (6:5) y al ayunar (6:16).

El versículo clave de todo el sermón es el siguiente: «No os hagáis, pues, semejantes a ellos…» (6:8). Como usted ve, Jesús vio todo el orgullo y la hipocresía de los demás, y estaba determinado a instilar en sus discípulos rasgos característicos de humildad y autenticidad. Su enseñanza única traspasó la fachada de religión como un filoso cuchillo penetra en mantequilla caliente. Hasta el día de hoy permanece como el más amplio esbozo en todo el Nuevo Testamento de la cultura cristiana que ofrece un estilo de vida totalmente distinto del sistema del mundo.

En la introducción del sermón de Jesús, indudablemente la parte más conocida se halla en Mateo 5:1-12. Comúnmente se le da el nombre de «LAS BIENAVENTURANZAS» Este pasaje es el cuadro oral más expresivo de un siervo que jamás se haya presentado.

Charles R. Swindoll

RETRATO DE UN SIERVO

(Para reflexionar)

¿Qué quieres ser cuando seas grande?

Esa es una pregunta favorita que nos gusta hacer a los niños. Y las respuestas que generalmente obtenemos son las siguientes: «Un policía». «Una enfermera». O tal vez: «Un bombero». Algunos muchachos son soñadores. Responden que quieren ser una estrella del cine, o un cantante, o un médico o un jugador profesional de beisbol. Uno me dijo recientemente que él quería ser un mecánico de carros o un recogedor de basura. Cuando le pregunté porqué, me dio la clásica respuesta de un muchacho de nueve años de edad: «para estar sucio». Yo sonreí al pensar en mi propia niñez. Y lo entendí.

Tomemos la misma pregunta y hagámosla de otro modo. imaginemos que le preguntamos a Jesucristo qué quiere Él que seamos cuando seamos grandes. De repente, la pregunta se cambia por completo. Sinceramente creo que Él nos daría la misma respuesta a cada uno de nosotros: «Quiero que tú seas diferente……que seas un siervo». En toda mi vida no puedo recordar que alguien haya dicho que al crecer quería ser un siervo. Esto parece bajo….humillante…carente de dignidad.

Jerry White, en su útil libro Honesty, Morality ¬ Conscience (Sinceridad, moralidad y conciencia), habla acerca del concepto de servir a los demás.

Los cristianos debemos ser siervos tanto de Dios como de la gente. Pero la mayoría enfocamos los negocios y el trabajo – Y la vida en general – con la siguiente actitud «¿Qué puedo obtener?» En vez de tener ésta otra ¿Qué puedo dar?».

Nos parece estimulante pensar en nosotros mismos como siervos de Dios. ¿Quién no querría ser siervo del Rey? Pero cuando se trata de servir a otras personas, comenzamos a preguntar cuáles serán las consecuencias. Nos sentimos nobles cuando servimos a Dios. Nos sentimos humildes cuando servimos a la gente. El servicio a Dios recibe una respuesta favorable, el servir a otras personas, especialmente a aquellas que no pueden devolvernos el servicio, no tiene beneficios visibles, ni gloria de nadie, sino de Dios! Cristo nos dio el ejemplo: «El hijo no vino para ser servido, sino para servir, y para Dar Su Vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28). Para ser siervos de Dios tenemos que servir a la gente.

En los negocios y en el trabajo, el concepto de las personas que sirven tiene que abarcar todo lo que hacemos. Cuando servimos, pensamos primero en aquel a quien estamos tratando de servir. Un empleado que sirve sinceramente en su trabajo honra a Dios y profundiza el valor que tiene para su patrón. Por otra parte, el empleado que se sirve a sí mismo raras veces será considerado de valor en cualquier compañía.

Charles R. Swindoll


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